Curso de seducción #5: El hetero y el deporte (1)

Una vez examinadas las tipologías de bares y cómo se relaciona el hetero medio en cada uno de estos ambientes, llega el momento de analizar otro ámbito de desarrollo de la heterosexualidad: el deporte.

Hay gente que se deja querer

La relación del hetero con el deporte es bastante extraña. Lo lógico sería pensar que, si a alguien le gusta el deporte, también tendrá tendencia a practicarlo. Nada más lejos de la realidad. El hetero, en esto del deporte, es un poco voyeur. Puede ser capaz de demostrar un gran conocimiento teórico, tener las claves para el triunfo de cualquier equipo de cualquier modalidad de su gusto, saberse todos los nombres y triunfos de su deporte favorito... y hacerse un esguince solo de pensar en que tiene que bajar la basura. ¿Es lo mismo jugar al fútbol que verlo? La lógica dice que no, es como si se te pusieran los pelos de punta al ver a unos amigos jugar al Monopoly, y gritaras como loco cada vez que uno pasara por la casilla de salida. Pero, en esto como en otras cosas, la lógica no es tendencia.

Debido a que hay muchas maneras de ver el deporte, vamos a analizar la relación del hetero con el deporte en función de distintos arquetipos.

El deportista obsesivo

Y tampoco es feo de cara

Practica varios deportes distintos varias veces por semana. Va en bicicleta al trabajo y tarda menos que tú en coche, siempre lleva una mochila con ropa deportiva para cambiarse en cualquier momento, los fines de semana queda con su equipo (porque tiene equipo)... este es un deportista obsesivo. Para rizar el rizo, bebe agua mineral (sin gas, por supuesto) y su dieta es tan sana que hasta da pena: sabe qué tiene proteínas, carbohidratos y otras cosas de las que no habías oído hablar en tu ~~puta~~ vida. Muy frecuentemente tiene un botellín de agua como extensión de su brazo (a veces, la botella de litro y medio), con lo cual mea mucho (atención al capítulo sobre el hetero y el wc).

Ventajas del deportista obsesivo:

Está muy bueno, esto no podemos negarlo. Cuidarse es lo que tiene, que da mucha pereza pero también da resultado.
Posiblemente esta obsesión por el deporte oculta algún problema psicológico. Esto no sabíamos si ponerlo como ventaja o contra, pero dado que este curso está orientado a gais, damos por supuesto que no es problema ya que el gay medio está acostumbrado a lidiar con trastornados (sobre todo si sale por el ambiente o liga mucho por internet, que la gente está muy mal). Si sabemos hacer de psicólogo, y con buena mano, podemos encontrar un resquicio para un acercamiento. Ojo: en ocasiones el problema que oculta esa obsesión es que es sencillamente feo y con algo tiene que compensarlo, lo cual contradice el punto anterior y, gran tragedia, nos deja sin ventajas.

Contras del deportista obsesivo:

Poca vida social. Dificultad para acercarse a él sin currárselo a fuerza de practicar los mismos deportes. Eso sí, si tú también tienes predisposición para ser un deportista obsesivo, lo tienes a huevo.
No bebe alcohol y siempre tiene mucho control de la situación. Esto anula casi todo lo aprendido en este curso.

El deportista moderado

Buscando la bebida isotónica

Este tipo de hetero practica un único deporte, o como mucho dos deportes parecidos, o un deporte y un gimnasio. En comparación con el deportista obsesivo, es mucho mejor por cuanto es más accesible y suele tener menos complejos psicológicos.

Ventajas del deportista moderado:

Sigue estando bueno. A veces, incluso está más bueno que el deportista obsesivo, por dos razones: la primera, porque no tiene los músculos tan hiperdesarrollados; la segunda, porque su afición al deporte es menos probable que dependa de una sobrecompensación de otros "defectos".
Suelen ser más sociales, y por tanto es más fácil acceder a ellos en comparación con el deportista obsesivo. Sobre todo porque es probable encontrarles en grupos no necesariamente relacionados con el deporte.

Contras del deportista moderado: