Cómo seducir a un hetero

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sábado, 21 de diciembre de 2013

Historias de éxito: Sebas y su ejecutivo

Si se depila las axilas,
apunta maneras
Inauguramos el blog con la historia de Sebas, uno de los socios fundadores de este grupo de ayuda. ¡Esperamos que os guste! Si tienes una historia en la que hayas seducido a un hetero, cuéntanosla para que la publiquemos...

* * *

Hace aproximadamente un año, estaba trabajando de agente de seguridad en un edificio de oficinas. Era un trabajo agotador pues, aunque básicamente consistía en estar de pie vigilando el control de puerta.

Por suerte, en ese edificio trabajaba un chico guapísimo que me volvía loco. Posiblemente no era el más guapo de todos, pero a mí me atraía mucho. Además, era muy simpático conmigo. Empezamos a hablar un día que salió a fumar y me pidió un cigarrillo, y después de eso siempre me saludaba y hablaba conmigo muy amablemente. Incluso nos habíamos intercambiado algunas películas y series en DVD, ya que los dos teníamos gustos similares.

Un día, cuando ya terminaba mi turno, coincidí con él en la salida. Como era habitual, nos pusimos a hablar sobre series y me habló de una que no conocía y que él insistía que me iba a gustar mucho. Como él me acababa de decir que esa noche no tenía nada que hacer e iba a estar aburrido en casa, se me ocurrió proponerle verla juntos. ¡Y aceptó! No sé si era porque estaba realmente aburrido o qué, pero creí que estaba flotando en una nube. Le dije que mi turno terminaba en media hora, y me sorprendió cuando me dijo que me esperaría en el bar de al lado y me llevaba en coche a su casa para ver la serie. ¡A su casa!

Cuando terminó mi turno, me cambié de ropa y fui a buscarle al bar en el que me estaba esperando. Estaba francamente excitado, en todos los sentidos, pero hice un esfuerzo por contener la emoción, ya que no quería que notara que tenía "demasiado" interés. Como habíamos convenido, me llevó a su casa.

Vivía en un pequeño estudio, en las afueras de Valencia. Al entrar en su apartamento me ofreció algo de beber y, tentando a la suerte, le comenté que solo bebía cubatas. Puso cara de sorpresa, pero más me sorprendió a mí cuando me dijo que él también se haría uno. Nos sentamos en el sofá y empezamos a ver la serie juntos.

La serie no me gustaba tanto como él me había anunciado, pero disfrutaba viéndole por el rabillo del ojo. Sus ojos estaban húmedos y eso me ponía muy cachondo, aunque seguramente era un efecto óptico por tener la habitación en penumbra y los reflejos del televisor. El caso es que en un momento dado en la serie, cuando ya llevábamos unas copas (vimos varios capítulos seguidos), había una escena de sexo: el protagonista le hacía el amor salvajemente a una enfermera. A los pocos segundos pude ver que había un bulto en su entrepierna.

Yo estaba un poco borracho y ese bulto atraía toda mi atención. Quería lo que había dentro de esos pantalones solo para mí. Él también estaba borracho. Estuve a punto de lanzarme encima de él y proporcionarle alivio a sus evidentes tensiones, pero me frené.

Cuando terminó ese capítulo, nos pusimos a hablar. Yo saqué a colación el tema de la escena que le había puesto cachondo, sin mencionar que me había dado cuenta de que le había "interesado" mucho. La conversación ya derivó en temas sexuales.

Curiosa forma de ver la televisión en el sofá

Él también estaba bebido, y me comentó que llevaba tiempo sin practicar sexo, que no salía con nadie, que estaba salido. Yo le seguí la corriente y le respondí que mi situación era prácticamente igual. Obviamente, omití el dato de que no eran precisamente las mujeres lo que me interesaba. Cuando él comentó que había una película porno muy fuerte que le había provocado "extrañas sensaciones", en la que había por lo visto sexo del duro, yo me envalentoné y le dije que ya sería menos. Antes de que pudiera reaccionar, se levantó y fue a por su portátil. "Espera, que te lo voy a enseñar", me dijo mientras buscaba la película en su ordenador. Y, por supuesto, yo quería que me la enseñara...

La película era realmente fuerte, y como era de esperar él se excitó. Yo también me excité, pero no con la película, sino viéndole a él. Le dije que me estaba poniendo cachondo y, aunque ya me había dado cuenta, me confirmó que él también... ¡y que si nos hacíamos "unas pajillas"! Por supuesto, le dije que sí.

Al cabo de un rato, teníamos los pantalones bajados y nos la estábamos meneando. Yo no hacía más que ver su rabo y cómo lo acariciaba. Me dijo aquello de que si te masturbas con una mano sobre la que previamente has estado sentado, era como si te lo hiciera otra persona. Yo le dije que lo mejor es que directamente te lo haga otra persona. Él sonrió. Y en ese momento de complicidad, borrachos como estábamos, estiré la mano y le empecé a masajear. Tuve el impulso de besarle, en la boca, en el pecho o donde fuera, pero me refrené.

Él no hizo nada, simplemente se dejó hacer, pero no me importó porque estaba muy excitado y con la otra mano me masturbaba a mí mismo. Después de unos minutos así, cuando vi que él estaba gozando completamente, me incliné y se la chupé. Tuve miedo de que reaccionara mal, pero empezó a mover su cadera para facilitarme el trabajo y me empezó a acariciar la espalda por debajo de la camiseta. Cuando sentí el tacto de su mano sobre mi piel, fue como una corriente eléctrica recorriendo mi cuerpo.

Me puse a cuatro patas encima del sofá para continuar el "trabajo" que le estaba haciendo, y entonces él agarró mi pene y me continuó masturbando. Seguimos así un rato, cambiando de posición de vez en cuando, hasta que finalmente nos corrimos.

Una vez "relajados", la situación era un poco extraña. Él lo distensó todo ofreciéndome otra copa. Después, me fui. Se ofreció a llevarme en su coche, pero yo quise volver en autobús.

Al día siguiente, me saludó al llegar al edificio de oficinas como de costumbre. Y, horas más tarde, cuando terminó su jornada, no se limitó a despedirse. Me recordó que todavía nos quedaban más capítulos por ver.

El amor en primavera
Esto ya es muy extenso como para entrar en detalles, pero lo resumiré contando que acepté su propuesta de volver a su casa, ese día y muchos otros. Y que cada día, después de ver algún capítulo de cualquier serie, se repetía la escena de sexo en el sofá. Cada vez teníamos más confianzas y cada vez él llegaba más lejos. La cuarta o quinta vez que quedamos me preguntó que cómo era lo de meterse "eso" en la boca. Le respondí que no era nada, que al fin y al cabo no dejaba de ser piel, como meterse un dedo en la boca. Que probara, le dije riéndome, pensando que se negaría. Pero no se negó. Y más veces quedamos, y del sofá pasamos a la cama, a los besos... y al cabo de un par de meses, a la penetración.

Él sigue insistiendo en que es heterosexual. Pero dos o tres veces por semana me invita a su casa para seguir "probando", y me ha propuesto irnos una semana de vacaciones juntos. Dice que soy un amigo especial, que tiene una complicidad conmigo que no tiene con otra persona. Que se divierte. Que le gusta. A mí también me gusta y no necesito que piense demasiado. ¿Para qué? Yo ya tengo lo que quería: seduje a mi hetero.
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5 comentarios

  1. Yo tengo algunas... estoy decidiendo cual contar primero. Lo mejor es que aún me interesa seducir heteros.

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  2. ¡Estupendo Borges! Estamos deseando que compartas con nosotros tus historias de seducción de heteros.

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  3. excelente historia jajajajaj

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  4. Fascinante. Me ha encantado esta página. Qué dicha haberla encontrado. ¿Cómo hago para incluir aquí mis Historias con Heteros? Tengo varias... Att: Luis, desde Costa Rica.
    [email protected]

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  5. abe maria k envidia de la mala la verdad asta me exite creo k me trajo recuerdos y sin darme cuenta mientras eleya estaba riendo y exitado asi k lla sobra desir k tanto me gusto.

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