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jueves, 2 de enero de 2014

Historias de éxito: Borges y su primer hetero

Borges, un lector de nuestro blog, nos envía su propia historia de éxito en esto de seducir heteros. ¡Estamos esperando vuestros casos! Si tienes una historia en la que hayas seducido a un hetero, cuéntanosla para que la publiquemos

* * *

Esta foto no tiene nada que ver,
pero su mirada pensativa nos
inquieta y excita a la par
En realidad han sido varios heteros los que he seducido desde que tenía quince años. Hoy tengo 35 y aún quiero seguir haciéndolo, aunque las obligaciones diarias no lo permiten tanto (soy profesor de secundaria). Bueno, no quiero alargar la historia, contaré no el primero pero sí el más significativo y algunos dirán que no fue seducción. Opinen y argumenten.

Tenía 18 años de edad y sólo unos meses de haberme estrenado sexualmente con un compañero de escuela que más que seducción de hetero fue un abuso de poder. Entré a trabajar a un restaurante en el puesto de cajero, y el primer día me cautivó: era cinco años mayor que yo, flaco como perro parado, blanco lechoso, con tatuajes y dientes amarillos por el cigarro. Se llamaba Ricardo y tenía un defecto más: era alcohólico. Yo nunca he ocultado mi homosexualidad pero tampoco la voy gritando por todos lados, es algo que todos saben y sin embargo Ricardo pareció congeniar conmigo desde el principio. Claro, era porque yo fui el único que lo acompañaba cuando bebía alcohol. La relación se volvió tan estrecha que muchos en el restaurante creían que andábamos aunque me cansara de negarlo (qué más quisiera yo, les decía) y a él pareciera no importarle. Nos hacíamos regalos mutuos, nos aplicábamos la ley de hielo, en fin, esa situación duró cerca de dos años.

No he mencionado que era casado y con un hijo de tres años; la relación era pésima según él y amaba a su hijo, por eso creo que me enamoré más.

Un día nos dijeron que iban a cerrar el restaurante y nos iban a liquidar a todos. Creí morir. Hubo una despedida oficial, a la que no quise asistir y otra no oficial, en la casa de Ricardo, a la que no podía faltar. La esposa de Ricardo era enfermera y su turno era el de la noche por lo que sólo estuvo un rato en la fiesta. Cuando se despidió me dijo "te lo encargo" con un tono sarcástico que me avergonzó. Ya con unas copas encima y con la premisa de que nuestro tiempo juntos se acababa, le pedí a un compañero que hablara con él sobre mis sentimientos. cuando regresó mi amigo las noticias fueron devastadoras: no le interesaba. Desde ese momento empecé a llorar como Magdalena sin importar que los invitados me vieran y Ricardo ni me pelaba, se empezaron a retirar los invitados y un compañero de trabajo que era cuñado de Ricardo las hacía de psicólogo conmigo.

Estábamos en una especie de patio y en eso se acerca Ricardo y dice "¿puedo hablar contigo?". Quise alejarme pero me cogió del brazo y empezó a darme razones: "Entiende que no puede ser", "mi esposa no me importa pero mi hijo" y muchas cosas más; yo no quería saber nada cuando de repente me pregunta: "¿te puedo dar un beso?". Eso fue lo último que dijo, luego comenzó una serie de toqueteos, besos que nos llevaron hasta su recámara, pero la verdad que los dos estábamos tan ebrios que no se consumó aunque terminamos desnudos. Cuando me desperté él seguía dormido; me vestí, le dí un último beso y nunca lo volví a ver.
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1 comentarios

  1. Gracias por publicar una de mis historias, en realidad es mi mejor seducción a la fecha y de eso hace más de 15 años.

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